jueves, 11 de julio de 2013

Benedictio Numismatum S. Benedicti. Propria Ordinis S. Benedicti



Sacerdos benedicturus numismata sancti Benedicti, dicit:
V. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
R. Qui fecit cælum et terrram.
Exorcízo vos, numísmata, per Deum + Patrem omnipoténtem, qui fecit cælum et terram, mare et ómnia, quæ in eis sunt. Omnis virtus adversárii, omnis exércitus diáboli, et omnis incúrsus, omne phantasma sátanæ, eradicáre et effugáre, ab his numismátibus: ut fiant ómnibus qui eis usúri sunt, salus mentis et córporis: in nómine Pa+tris omnipotentis, et Jesu + Christi Fílii ejus, Dómini nostri, et Spíritus + Sancti Parácliti, et in caritáte ejúsdem Dómini nostri Jesu Christi, qui ventúrus est judicáre vivos et mórtuos, et sæculum per ignem. Amen.

Kyrie, eléison. Christe, eléison. Kyrie, eléison.
Pater noster secreto usque ad
V. Et ne nos indúcas in tentatiónem.
R. Sed líbera nos a malo.
V. Salvos fac servos tuos.
R. Deus meus, sperántes in te.
V. Esto nobis, Dómine, turris fortitúdinis.
R. A fácie inimíci.
V. Dóminus virtútem pópulo suo dabit.
R. Dóminus benedícet pópulum suum in pace.
V. Mitte nobis, Dómine, auxílium de sancto.
R. Et de Sion tuére nos.
V. Dómine exáudi oratiónem meam.
R. Et clamor meus ad te veniat.
V. Dominus vobiscum.
R. Et cum spíritu tuo.

Orémus.
Deus omnípotens, bonórum ómnium largítor, súpplices te rogámus, ut per intercessiónem Sancti Benedícti, his sacris numismátibus, lítteris ac charactéribus a te designátis, tuam bene+dictiónem infúndas; ut omnes, qui ea gestáverint ac bonis opéribus inténti fúerint, sanitátem mentis et córporis, et gratiam sanctificatiónis, atque indulgéntias  (nobis) concéssas cónsequi mereántur; omnésque diáboli insídias et fraudes, per auxílium misericórdiæ tuæ, effúgere váleant, et in conspéctu tuo sancti et inmaculáti appáreant. Per Dóminum. R. Amen.

Orémus.
Dómine Jesu Christe, qui voluisti pro totíus mundi redemptióne de Vírgine nasci, circumcídi, a Judæis reprobári, Judæ ósculo tradi, vínculis alligári, spinis coronári, clavis perforári, inter latrónes crucifígi, láncea vulnerari, et tándem in Cruce mori: per hanc tuam sanctíssimam passiónem humíliter exóro; ut omnes diabólicas insídias et fraudes expéllas ab eo, qui nomen sanctum tuum, his lítteris ac charactéribus a te designátis, devóte invocáverit, et eum ad salútis portum perdúcere dignéris: Qui vivis et regnas in sæcula sæculórum. R. Amen.
Deinde sacerdos aspergit numismata aqua benedicta.




El sacerdote que ha de bendecir las medallas de San Benito dice:

V. Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.
Las exorcizo a ustedes, medallas, por Dios + Padre omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Todas las potencias del enemigo, todos los ejércitos del diablo, y todas  sus incursiones, toda aparición de satanás, han de ser erradicados y han de huir de estas medallas; para que todos aquellos que las usen, tengan salud de alma y cuerpo: en el nombre del Pa+dre todopoderoso, y de Jesu+cristo su Hijo, Señor nuestro, y del Espíritu + Santo Paráclito, y en el amor de nuestro Señor Jesucristo que ha de venir a juzgar a vivos y muertos y al mundo por el fuego. Amén.

Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad.
Padre nuestro en secreto hasta
V. No nos dejes caer en tentación.
R. Y líbranos del mal.
V. Salva a tus siervos.
R. Quienes en ti esperan, oh Dios mío.
V. Sé para nosotros, Señor, torre de fortaleza.
R. Ante el enemigo.
V. El Señor dará fuerza para su pueblo.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V. Envía, Señor, tu auxilio desde tu santuario.
R. Y desde Sion, ayúdanos.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

Oremos
Dios todopoderoso, dador de todos los bienes, suplicantes te rogamos que, por intercesión de San Benito, infundas tu ben+dición en estas sagradas medallas con letras y caracteres por ti diseñados, para que quienes las usen y se entreguen a las buenas obras, puedan merecer la salud del alma y del cuerpo, la gracia santificante y las indulgencias (a nosotros) concedidas; se alejen de ellos todas las insidias y engaños del enemigo por el auxilio de tu misericordia, y se hallen en tu presencia santos y sin mancha. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. R. Amén.

Oremos
Señor Jesucristo, que por la redención del mundo entero quisiste nacer de la Virgen, ser circuncidado, rechazado por los judíos, entregado por el beso de Judas, atado con cadenas, coronado de espinas, perforado con clavos, crucificado entre ladrones, herido con la lanza, y morir en la Cruz: por ésta, tu santísima pasión, humildemente te ruego que eches fuera todas las insidias y engaños diabólicos de  todo aquel que invoque devotamente tu santo nombre con estas letras y caracteres por ti diseñados, y te dignes conducirlo al puerto de la salvación. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
Luego el sacerdote rocía las medallas con agua bendita.

"Ipse memor suæ gentis, nos perducat in manentis, semper Christi gaudia".


In solemnitate NSP Benedicti

«En otra ocasión, mientras los monjes estaban levantando una pared, porque así convenía, el hombre de Dios se hallaba en el recinto de su celda entregado a la oración. Apareciósele el antiguo enemigo insultándole y diciéndole que se iba al lugar donde los monjes estaban trabajando. Comunicólo rápidamente el hombre de Dios a los monjes, por medio de un enviado, diciéndoles: "Hermanos, id con cuidado, porque ahora mismo va a vosotros el espíritu del mal". Apenas había acabado de hablar el enviado, cuando el maligno espíritu derrumbó la pared que levantaban, y atrapando entre las ruinas a un monje joven, hijo de un curial, lo aplastó. Consternados todos y profundamente afligidos, no por el daño ocasionado a la pared, sino por el quebrantamiento del hermano, se apresuraron a anunciárselo al venerable Benito con gran llanto. El abad mandó que le trajeran al muchacho destrozado, cosa que no pudieron hacer sino envolviéndole en una manta, ya que las piedras de la pared le habían triturado no sólo las carnes sino hasta los huesos. El hombre de Dios ordenó enseguida que lo dejasen en su celda sobre el psiathium -es decir, sobre la estera-, donde él solía orar; y despidiendo a los monjes, cerró la puerta de la celda y se puso a orar con más intensidad que nunca. ¡Cosa admirable! Al punto se levantó curado aquel monje y tan sano como antes. Y el santo envió de nuevo a acabar la pared a aquel monje con cuya muerte el antiguo enemigo había creído insultar a Benito». De la vida de San Benito Abad, narrada por San Gregorio Magno, II Dial, XI.



Ipse enim ædificet nos in unitate et integritate.