viernes, 3 de abril de 2015

"Consummatum est"


Feria VI in parasceve

La luna es eclipsada cuando la tierra se interpone entre ella y el sol. Y tú, Virgen Madre, eres una luna llena, repleta de la gracia del sol. Toda la sombra de la tierra, todo el dolor por la maldad humana se interpuso hoy entre tus ojos y la radiante luz de la mirada de tu amado hijo. Hoy la luz nos abandona. Hoy se apaga la luz de tus ojos, Señora intachable. Hoy se ha marchado el Pastor, Cordera hermosa e inmaculada, que diste al Cordero de Dios una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Así mostraste a los hombres, Sapientísima, que la carne que tejiste para tu hacedor la formaste con el poder del Espíritu Santo que te cubrió con su sombra. Hoy la sombra de nuestros pecados y de nuestras maldades te arrebata la luz que llenaba de gloria esa túnica blanca, de una blancura que ningún hombre puede lograr sobre la tierra.
El Pastor se duerme, Dulce Oveja. Muere el que tuvo hambre del hombre y tú le diste su carne que es verdadera comida y su sangre que es verdadera bebida. Desfallece el que tuvo sed de amor y bebió de tus ojos, que «son palomas junto a corrientes de agua». Se marcha el eterno forastero que acogiste en tu corazón y en tus entrañas virginales. Se despoja el que tú, Oveja santa, vestiste de carne y caricias, el que cargó con nuestras enfermedades, el que se encarceló en la celda de nuestras soledades y tú lo fuiste a ver, cuando Dios era el menor de los humanos.
La dulce mirada del Dueño de toda vida se nubla misteriosamente ante tu mirada. Ángeles suben y bajan en torno a la cruz. Sin dejar la gloria del cielo suben porque Cristo se hunde en la muerte. Sin dejar de servir al Dios verdadero bajan porque ya es adorado en la región de los muertos el que está por encima de todo.
Virgen Madre de Dios, perdona, porque perdimos el  Camino, traicionamos la Verdad y dimos muerte al que es la Vida. Con toda verdad un Maestro enseña que tu regazo es una playa que acogió los restos de nuestro naufragio.
El corazón de tu Amado se ha detenido, ese corazón que tanto amaste desde el primer latido, y se queda a solas el amor de tu corazón, abandonado al frío del mundo, como un polluelo arrojado del nido por una cruel tormenta. Su corazón, música de tu alma, se detiene. Y con él se acaba el calor de tu casa. Una lanza lo atraviesa sin causarle ya dolor. Pero a ti te atraviesa el alma. Y mientras de su costado mana sangre y agua, tu corazón abre tesoros de misterios, de amor y de compasión.
Ya no le hablas al oído, ahora está abierto su corazón. Y tus labios se acercan a la herida del costado y susurran dolientes al corazón inerte con secreta complicidad de madre que consuela: «Aquí está tu esclava, mi Señor, que se cumpla en mí todo lo que tú has dicho. Todo está cumplido… en el amor». Y pues tu corazón, fuente de amor, se hunde en el misterioso silencio de Dios, en el corazón del averno ya resuena un himno de victoria.

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