et educ de habitaculo cordis mei tenebras universas.
Cohibe evagationes multas: et vim facientes elide
temptationes.
Pugna fortiter pro me et expugna malas bestias
concupiscentias dico illecebrosas;
ut fiat pax in virtute tua: et abundantia laudis tuae
resonet in aula sancta
hoc est in conscientia pura.
Impera ventis et tempestatibus; dic mari quiesce, et
aquiloni ne flaveris:
et erit tranquillitas magna.
Emitte lucem tuam et veritatem ut luceant super terram;
quia terra sum inanis et vacua: donec illumines me.
Effunde gratiam desuper, perfunde cor meum rore caelesti;
ministra devotionis aquas, ad irrigandam faciem terrae:
ad producendum fructum bonum et optimum.
Eleva mentem pressam mole peccatorum: et ad caelestia
totum desiderium meum suspende;
ut gustata suavitate supernae felicitatis: pigeat de
terrenis cogitare.
Rape me et eripe ab omni creaturarum indurabili consolatione:
quia nulla res creata appetitum meum valet plenariae
quietare et consolari.
Iunge me tibi inseparabili dilectionis vinculo;
quoniam tu solus sufficis amanti: et
absque te frivola sunt universa»
«Clarifícame, buen Jesús, con la claridad de la luz interior,
y saca de la pequeña habitación de mi corazón todas las tinieblas.
Cohíbe mis muchas divagaciones y quebranta las tentaciones que me hacen fuerza.
Lucha fuertemente en mi favor y expulsa las malas bestias que son las concupiscencias seductoras;
para que haya paz en tu fortaleza y la abundancia de tu alabanza resuene en el aula santa,
esto es, en la conciencia pura.
Ordena a los vientos y a las tempestades. Dí al mar: "Cálmate", y al viento: "No soples";
y habrá gran tranquilidad.
Emite tu luz y verdad para que alumbren sobre la tierra;
porque tierra soy inerte y vacía, hasta que me ilumines.
Infunde la gracia desde lo alto, riega mi corazón con rocío celeste;
suministra las aguas de la devoción para regar la faz de la tierra,
para que produzca fruto bueno y óptimo.
Eleva la mente oprimida con la mole de pecados, y hacia las cosas celestes dirige todo mi deseo,
para que, gustada la suavidad de la suprema felicidad, sienta fastidio de pensar en las cosas terrenas.
Sácame y líbrame de toda consolación no duradera de las creaturas,
pues ninguna cosa creada logra aquietar y consolar plenamente mi apetito.
Úneme a ti con el vínculo inseparable del amor;
porque sólo tú bastas al amante, y fuera de ti todas las cosas son frívolas».
Thomas a Kempis, De imitatione Christi III 23.19-27, tr. mía.
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