Cumplidos los
catorce años, manifestó a su padre su ardiente anhelo de ser sacerdote y le
rogó le permitiera ingresar al seminario de Chilapa.
D. Juan le negó
el permiso aduciendo que los demás hijos también querrían hacer carrera y él no
podría tener preferencia por ninguno; por otra parte, añadía el papá, el
trabajo era necesario para el sostenimiento de la familia.
Cuantas veces
insistía David, encontraba la misma respuesta.
“Un día, narraba su
hermano Atilano, nos encontrábamos trabajando en el campo, mi padre, mi hermano
David y yo. Platicábamos después de comer cuando de pronto mi hermano se subió
a una piedra y comenzó a predicarnos. Como viera que mi padre y yo seguíamos
conversando sin prestarle atención nos dio la espalda y empezó a decir a voz en
cuello: ‘Vacas y caballos, burros y perros, lagartijas y chapulines… escuchen
la palabra de Dios porque los humanos no quieren hacer caso’.
No recuerdo qué
más decía porque en realidad no me fijé en él sino en mi padre que lo miraba entre
pensativo y sonriente.
Entonces dije: ‘Padre,
deje ir a este hombre al Seminario, yo pienso que es pa’ cura’. Creo que mi
padre pensaba lo mismo porque luego le dio permiso y él mismo lo llevó a Chilapa”».
Tomado del libro Beato P. David Uribe Velasco. Vida y martirio, escrito por el R.P. José Uribe Nieto.
Tomado del libro Beato P. David Uribe Velasco. Vida y martirio, escrito por el R.P. José Uribe Nieto.
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