miércoles, 12 de abril de 2006

"Accepit Iesus panem"


Feria IV Majoris Hebdomadae

Al atardecer del primer día de la fiesta de los Ázimos, Jesús quiso celebrar la Pascua con sus discípulos. Dice la Escritura que los discípulos le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?» Sin embargo, una vez que estaban a la mesa Cristo les manifiesta su misterio. Es él quien ha preparado el banquete. «Tomó pan», dice la Escritura, y en este gesto se resume toda la misericordia divina. Porque Cristo «tomó pan» cuando asumió nuestra naturaleza. El verdadero Pan Ázimo, el Pan del primer día de la fiesta, el Pan que no conocía la corrupción, al hacerse hijo de Adán fue para él flor de harina, triturada, carne de cordero asada al fuego e hierba que sabe de amargura. Él mismo ha preparado el banquete.
Este Pan es la misericordia divina, porque «¿acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan?» Fíjate bien. Aquél que es la Roca se entrega como pan, se da como vida que nutre a la vida. Aquél que es la piedra de la Ley se da como pan que restaura nuestras fuerzas. Aquél que es la palabra sembrada en el corazón pedregoso del hombre, es pan de vida para el camino. «Tomen y coman, esto es mi cuerpo».
El Señor, el Pan vivo bajado del cielo, ha de recibir un bautismo de sangre, ha de sumergirse en la muerte de su carne, en su sangre derramada, dada como alimento de vida eterna. Judas, dice Mateo, a precio de sangre vendió como esclavo a su Maestro y se arrojó él mismo a la muerte. «El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme». Judas ha mojado su pan, su propio pan, en el mismo plato que Jesús. Junto con el Pan de la vida, Judas entregó su propia alma a la muerte.
Judas puso precio a su Maestro, el precio de la esclavitud y de la sangre inocente derramada. ¡Oh admirable comercio! «¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan?» La cruz se hace la balanza que establece la justicia entre Dios y los hombres. El pan vivo es pesado en la balanza, pesado como una piedra. Porque sólo Dios entrega la Roca de la que brota el agua viva, sólo Dios entrega en el pan vivo la piedra angular que restaura las grietas del hombre formado de barro.
Que recibamos en nuestra casa a Cristo que ha preparado su Pascua. Que él sea nuestra Roca espiritual y nuestro Pan de la misericordia. Amén.

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