jueves, 1 de marzo de 2012

Lycaste consobrina



El nombre de Lycaste se asocia frecuentemente a una de las hijas de Príamo con Hécuba, su segunda esposa, que fueron reyes de Troya cuando aconteció su célebre guerra. También encontramos en la mitología griega una figura homónima en la isla de Lemnos. Cuenta el poeta Publio Papinio Estacio en su Tebaida que la isla de Lemnos estuvo consagrada a Hefestos, dios de las profundidades de la tierra. El dios subía a la isla para reposar de las fatigas del ardiente Hades, donde fraguaba armas. Hefestos había desposado a Afrodita, pero ella lo despreció por su cojera y buscó los amores de Ares, dios de la guerra. Cuando Hefestos los descubrió, se enfureció y lo habitantes de Lemnos, indignados, abandonaron decididamente el culto a la diosa. En toda la isla los altares de Afrodita estaban fríos, pues nadie ofrecía sacrificios a la diosa. Por ello Afrodita quiso vengarse castigando a los lemnios con una cruel locura. Mientras los varones lemnios se encontraban próximos a volver de una expedición bélica contra sus vecinos de la Tracia, Afrodita infundió en la anciana Polixo una idea funesta. Polixo reunió a todas las esposas lemnias en el templo de Palas y las convenció de que había llegado el tiempo de dar culto a Afrodita, diosa de la belleza. Para ello había que dar muerte a todos los varones y Afrodita les daría nuevos lazos conyugales más dichosos. Todavía no terminaba su discurso cuando en la costa de la isla se vieron las velas de las naves lemnias que volvían victoriosas de la Tracia. Los hombres desembarcaron y ofrecieron sacrificios a sus dioses por la victoria, pero en sus altares no se manifestó más que un presagio funesto: una humeante llama negra en cada uno de ellos y la ausencia del dios. Celebraron festines con sus esposas, y cuando el vino los condujo al sueño, las mujeres lemnias emprendieron la masacre movidas por el mismo furor de Polixo. Ancianos, hombres y niños sucumben aterrados y confundidos. La temeraria Gorge retira la manta que cubre a Elimo, su esposo, que exhala vapores de vino. Él despierta y busca los ojos de la amada, la rodea con sus brazos, y muere con una espada hincada en el pecho y los brazos en el cuello de la esposa. Licaste, en cambio, contempla a su hermano gemelo Cídimo y abandona la espada. Desarmada, llora ante el cuerpo que está por perecer, y busca en su rostro los rasgos de su semejanza, contempla la flor de las mejillas y el cabello, que igual que el de ella, finge ser de oro. Hasta que su madre, que ya ha dado muerte a su esposo, la incita y amenaza y finalmente da muerte a su propio hijo con la espada. Después de la masacre, Lemnos fue habitada sólo por mujeres hasta que la expedición de los Argonautas llegó a la isla. Hipsípila, una de las mujeres que habitaban la isla, y que salvó a su padre escondiéndolo de las mujeres lemnias, contó, según Estacio, estas cosas a los Argonautas. Y cuando Hipsípila fue obligada a abandonar la isla por haber ocultado a su padre, Licaste cuidó de sus dos hijos, que luego rescataron a la madre.
Este relato, poco conocido, porque Estacio fue siempre menos conocido que Homero, me parece que explica bien el uso del nombre Lycaste para este género de orquídeas, si consideramos que varias especies de este género, especialmente las de flores amarillas como la que aquí nos ocupa, se cubren de numerosas flores solitarias que rodean los pseudobulbos después de que la planta ha dejado morir sus grandes y alargadas hojas. Esto sucede porque la planta sincroniza se reproducción sexual con la asexual, de modo que simultáneamente brotan las flores y los pseudobulbos nuevos, empleando para ello todas sus reservas de agua y nutrientes, con menoscabo de las hojas. Al caducar las hojas, los pseudobulbos quedan coronados con dos punzantes espinas, dispuestas como pequeños cuernos que sirven de defensa natural contra gusanos y babosas. De todos modos, los pseudobulbos siguen sirviendo para almacenar reservas de agua y nutrientes, aunque no florecerán ya más en los años sucesivos.
Lycaste consobrina es idéntica a L. aromatica, excepto en el olor. La consobrina tiene un aroma semejante al de los duraznos, mientras que la aromática exhala un característico olor parecido a la canela. Para inducir la floración se requiere un notable descenso de humedad relativa y aumento de horas de luz. 

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