domingo, 12 de agosto de 2012

"Bonitatem et disciplinam et scientiam doce me", 1: San David Uribe

«En los archivos del Seminario Conciliar de Chilapa, Guerrero, se encuentra una lista de alumnos del Seminario que cursaban el primer año, entre los que se encuentra David Uribe. Está fechada el cinco de marzo de 1905.
Eran tiempos en que el metódico Obispo de Chilapa, el jalisciense D. José Homobono Anaya, exigía en su seminario piedad, disciplina y estudio.
El sueño, tantos meses acariciado, era por fin una dulcísima realidad. Llegaba a una meta que era el punto de partida de otras muchas metas que iría logrando trabajando con denuedo.
Él lo ignoraba, pero Dios, en sus secretos arcanos, lo llamaba al testimonio supremo del martirio. Mártir, palabra de origen griego que significa testigo. David desde el primer año de su vida seminarística dio testimonio cotidiano de una auténtica vocación al sacerdocio ministerial.
El Señor Cura D. J. Merced Corral y Mendoza, ya anciano venerable, decía: “Yo tenía dos años en el seminario cuando llegó David. No faltaron quienes, al verlo sencillo y de talante campesino, lo juzgaron tonto y hasta quisieron jugarle algunas bromas pesadas. Él salía airoso de cualquier situación y pronto tuvieron que respetarlo, pues comenzó a sobresalir por su brillante inteligencia, por su conducta intachable y por su aprovechamiento académico. Era de conversación amena; un gran humorista sin ser nunca vulgar. David fue siempre la miel en penca y un tepetate”.
Al decir esto último el buen P. Corralitos, reía y reía, al tiempo que derramaba copiosas lágrimas. ¿Qué quiso decir Corralitos con eso de “y un tepetate”? Tal vez la firmeza de carácter y la solidez de principios de David Uribe».

Tomado del libro Beato P. David Uribe Velasco. Vida y martirio, escrito por el R.P. José Uribe Nieto.

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