«Dirá Usted que
el padre David era muy bromista, pero nunca grosero. Eso sí, también sabía
tomar las cosas muy en serio. Déjeme contarle, continúa Burguitos [el P.
Benigno Burgos, compañero de seminario de David Uribe], lo siguiente: un día
visitaba al Padre David en su parroquia de Buenavista de Cuéllar y me dijo: “Hace unas semanas llegaron unos campesinos a pedirme una misa para el día
siguiente, pero la querían a las tres de la mañana. Les dije que la celebraría
pero como a las cinco porque de otro modo no habría gente. Replicaron: —Pa’ qué
quiere gente, mi pagre, la misa no es pa’ la gente. Nosotros queremos llegar
temprano al pueblo. Contesté: —Dios es como un papá y quiere ver a muchos
hijos. —Mira, mi pagre, di la misa y te damos más centavos. —Qué dijeron,
respondí, con dinero baila el perro—. Creí que no habíamos quedado en nada
porque se retiraron; pero al día siguiente, antes de las tres, estaban tocando
a la puerta y decían: —Mi pagre, ya van a dar las tres y todavía no repican. —Es muy temprano, les dije. —Dijites que con dinero bailaba el perro y ora lo
bailas. Me levanté, hice mi aseo, alguna oración y salí preguntando: —¿Cuál es
la intención? —Pos que digas la misa, mi pagre. —Sí, pero…, en acción de
gracias, algún difunto, algún santo… —Mira, mi pagre, la misa es a Nuestra
Señora la Preciosa Sangre de Nuestro Padre Eterno Señor San Agustín”.
David y yo reíamos de buena gana, prosiguió el P.
Burgos, pero luego el Padre Uribe se puso muy serio y me dijo: “Benigno, cuánta
instrucción le falta a nuestra gente". Después toda nuestra conversación giró en
torno a ese tema».
Tomado del libro Beato P. David Uribe Velasco. Vida y martirio, escrito por el R.P. José Uribe Nieto.
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